EL SUEÑO DE MINERVA
Aquel era un verano tórrido, se alternaban días de abrasadora calma chicha con jornadas sofocantes de calima y viento del sur. La canícula reinante hacía que Minerva se sintiera agotada, para ser más concretos, se sentía exhausta . Ella no sabía muy bien si se debía a su exigente puesto de trabajo, a la batalla que libraba en el interior de su cabeza, al calor reinante o a la suma de todo ello. Aquella tarde se había propuesto tomar una siesta, misión imposible con el abrasador ambiente que flotaba en el aire, que obligaba a su cuerpo a transpirar sin cesar. Las sábanas, húmedas y pegajosas, se adherían a su piel y la sensación de agobio la incomodaba, mejor dicho, la irritaba sobremanera. Girándose en la cama en busca de algún rincón seco de su cama observó a través de la puerta de la terraza. Las laderas repletas de construcciones, todos aquellos complejos de apartamentos y hoteles que se agolpaban al otro lado del barranco, conformaban una panorámica q...