TEXUDO

                                                  

"Cada nuevo paso se compone de múltiples ingredientes. Sin embargo lo que engrandece y ensalza la receta es un toque de asentado equilibrio y unas gotas de atrevido funambulismo. 
Caminar, y amigo, la vida es un camino del que carecemos de toda indicación previa y desconocemos todo en cuanto a su fin, es imposible sin mantener el equilibrio en un solo pie"

Así comenzó su disertación, aquel amasijo de andrajos, cuando por desacierto se sentó junto a mi en la playa. 

Para mi estupefacción, y sin opción de levantarme y marcharme de allí, sin darme opción a réplica o, en su defecto, untarme un poco de vaselina. Aquel tipo prosiguió;

Pocas lecciones puedo darle yo a nadie, mírame, soy un sin nombre, un don nadie. He fracasado estrepitosamente en el amor cada vez que lo he intentado. Nunca he sido un perdedor en los negocios, básicamente porque nunca tuve la opción de ganar nada. Cuando no existe la posibilidad de ganar, perder no es una derrota, simplemente es la circunstancia natural y obvia.

La soledad es mi única compañera, bueno, a veces recibo la visita de mi amigo Don Vino. Es solo sarcasmo - sonrió quebradamente - la verdad es que intento estar borracho todo el tiempo que puedo.

Y ya ves, aquí sigo, cada día sentándome frente al sol mañanero. Dejándome embriagar por estos instantes de éxtasis y paz. Ya habrá tiempo después para dejarme arrastrar por el suelo, envuelto entre mis mantas y mis pesares. Embriagado por el vino intentaré pasar desapercibido, rezando para que no me encuentren mis demonios. Cosa que siempre hacen. 
Así que, no me rompas las pelotas con esa cara de pánfilo desconsolado. Deja de medrarte el día a tí mismo y relájate un poco, quizá mañana no puedas sentarte aquí frente al mar. Disfruta el momento y no me jodas la maitinada. Ya tendrás tiempo de regodearte en tu propia mierda después. 

Cuando terminó su sentencia, el sol ya había atravesado el horizonte. Se incorporó torpemente, se sacudió con esmero y delicadeza la arena. Como si llevara puesto un texudo K-50 de D'orsi, hecho a medida, se acomodó con parsimonia y elegancia sus andrajos. 
Rebuscó entre las bolsas de plástico y saco un tetrabrik de vino barato. Alargó la mano hacia mi, ofreciéndome el paquete y sentenció;

Antes creías tener solo una opción pues asumías estar bien mochado. Ahora tienes dos. Emborracharte sabiendo que tus demonios te encontrarán y te joderán vivo. La otra es de fácil deducción, disfrutar del amanecer.

Se marchó dando pasos inestables, encorvado y arrastrando el carrito de la compra que hacía las veces de casa móvil. 

Y allí me quedé, encajando el asunto. El pegajoso tetrabrik entre las manos y la cachetada vital en todo lo alto. 

Sonreí levemente y mientras negaba con la cabeza cerré los ojos. Me dejé mecer por la contemplación. El amanecer y yo. 

Posponiendo, en la supuesta amarga agenda de mi vida, todo lo demás. 

                                                                                              ISIDRO M. SOSA RAMOS

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