GENERACIONES

            

El anciano miraba fijamente en los ojos del muchacho. Solamente el salpicar de los

minúsculos chispazos del sarmiento en el fuego mediaba entre sus miradas.
Realmente le parecía una insolencia el último comentario de aquel prepotente
joven.

Cierto - afirmó sin apartar sus ojos del muchacho - en ocasiones necesitamos una
referencia, un ejemplo a seguir.

Con una ínfima pausa, y retirando los ojos de los del muchacho y mirando al fuego
como si fuera el Universo, continuó diciendo;

Mi abuela, a la temprana edad de 9 años caminaba desde La Atalaya hasta Piso Firme para recoger un fajo de leña y traerla sobre la cabeza. Siempre afirmó que el fajo pesaba casi más que ella. Una sonrisa en forma de mueca curtida apareció en su rostro. Mi madre, con apenas 5 años acompañaba a mi abuela a los tomateros. Se levantaban antes que el sol, imagínate lo que madrugaban. Mientras mi abuela se deslomaba en la zafra mi madre preparaba el almuerzo con una papa, una cebolla y un pizco de hinojo sentada entre las cañas de los zocos. Después esperaba ilusionada para sorprender a su madre en la hora del almuerzo. Ellas nunca fueron nadie, ellas son la referencia. Pero, aquellos eran otros tiempos, no se puede comparar.

Ahora la vida es otra cosa - replicó el muchacho -

El anciano cavilaba mientras seguía mirando al fuego. Comprendía qué, al menos parcialmente, el muchacho estaba en lo cierto. Sin embargo, su edad y los propios tiempos que le habían tocado vivir le hacían tener una visión más amplia de la realidad. Quizá solo más historias que contar.

Entonces su mente voló hacia el pasado, hasta la época en la que tuvo aproximadamente la misma edad que aquel muchacho, a sus ojos insolente e ignorante.

Sin apartar los ojos de las llamas dijo,

Cierto, son otros tiempos. Las nuevas generaciones no han conocido otra cosa, quizá te suene a resabido, pero han nacido y crecido en una época de desarrollo y abundancia. No saben lo que es necesidad, restricción y hambre. El muchacho intentaba no juzgar las palabras del anciano, solo escuchaba sus palabras, mientras el anciano proseguía, Yo nací en un momento de relativa calma y prosperidad. Mi familia no tenía demasiado pero vivíamos sin muchas presiones.

Había trabajo para todo el mundo, muchos ingleses, holandeses y alemanes se
asentaban en las islas e invertían en agricultura e industria. Eso generó mucho
trabajo. Se me prometía una vida sin sobresaltos, siguiendo los pasos del
oficio de mi padre, lo que me daría ciertas garantías. Pero entonces llego la
guerra. Hermanos matando hermanos, vecinos delatando vecinos, familias
renegando de su nombre, gente huyendo, represión, horror, traición y miedo.
Como la mayoría, no tuve elección, me vi enrolado en el bando alzado. Eso me
llevo a vivir de primera mano la guerra, el frente, las trincheras, la muerte.
No sé si fui afortunado o desdichado pero, mis actitudes y la fortuna me
llevaron a dejar el frente y comenzar a desempeñar labores en el servicio de
información de la Falange.

Pero tú no eres periodista – replicó el muchacho –

El anciano lo miró antes de empezar a descojonarse de la risa, cuando pudo contenerse continuó,

No hacia periodismo, hacia espionaje.

El muchacho no supo qué decir, solo abrió mucho los ojos. El anciano prosiguió;

Para no aburrirte, primero hice espionaje y cuando me descubrieron los “rojos” hice contraespionaje. Cuando acabo la contienda tuve que pagar mi osadía, me deportaron primero a Fuerteventura y después al Sahara. Allí conseguí escapar con la ayuda de los franceses y acabé enrolado, sin quererlo y sin opción en los partisanos. La resistencia francesa contra los nazis. Estuve dos año dándole estopa a la Wehrmacht y jodiendo a la Abwehr. Hasta que un fragmento de metralla me desgració el muslo derecho. Yo tuve las opciones que tuve, y las usé como pude y supe. Lo que está claro es lo siguiente, por mucho esfuerzo que te cueste debes entender que tienes unas posibilidades y opciones que se dan pocas veces en la historia. Lo que quiero decirte con todo esto, es lo siguiente. Entiendo que tienes una percepción de la vida muy distinta a la mía, vives otro momento de la historia. No conoces los instintos del Ser Humano y por ese motivo ni aprecias ni aprovechas tus circunstancias. Simplemente sigues los pasos que te marcan. Pero eso no son referencias. Son solo patrones predeterminados, costumbres, estilos de vida, tendencias sociales. Tú no estás eligiendo, te han elegido. Estás haciendo lo que tu familia, tus profesores, tus amigos o la sociedad te muestra. El asunto es quién quieres ser, qué quieres vivir y qué estás dispuesto a hacer para conseguirlo. Cuando tengas respuestas a esas preguntas sabrás quién eres y cuáles son tus referencias.

Elige como quieres vivir, no seas tolete. Elige.

Entonces ambos centraron de nuevo sus miradas en el fuego, el silencio hablaba y ellos callaban.


"Como no puedo elegir quien me juzga elegiré
mi abogado.
A mí me defiende la pasión"

                                                                                           

                                                                                          ISIDRO M. SOSA RAMOS





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