IMAGINE SER INMORTAL

                            
Estaba pensando en Andrómaca de Scithia, una inmortal que, paradójicamente, con el tiempo se volvió mortal. En ese momento, al adquirir su mortalidad, un poderoso desconsuelo y desazón (esa desazón típico de los mortales, ya sabe...) se apoderó de ella. 

Se desencadenó entonces en mi cabecita pensante una catarsis de reflexión. Voy a vomitarla para ustedes, compartiré mi "mascada". 

Somos como los girasoles, crecemos buscando el sol para terminar pereciendo secos e inertes. 

Para el ser humano, la inmortalidad ha sido, es y será, al menos en las próximas generaciones, una cuestión mitificada. 

La posibilidad de dejar de luchar contra el tiempo, dejando atrás el milenario miedo de la existencia y la muerte, ha movilizado siempre los sueños y la fantasía de los mortales. 

Desde que nacemos entablamos una feroz lucha con el tiempo y con la biología. 

Deténgase un momento a reflexionar, "el reloj biológico", ese marcador de la dimensión física de la temporalidad que nos da un ritmo como seres vivos. 

Nacemos inmaduros, especialmente en la especie humana, e invertimos casi un tercio de nuestra vida en el proceso madurativo. Durante ese proceso, nuestro cuerpo se transforma para ser fértil, para poder crear nueva vida, y así, dar el pistoletazo de salida a una nueva generación. 

Cuando el proceso madurativo toca a su fin, "el reloj biológico" pone en marcha procesos profundamente instintivos que determinan la mayor parte de nuestra conducta. Todo esto lo sabemos, en la teoría, pero somos incapaces de modularlo de manera consciente. Me dirá que tomamos decisiones, y es cierto, pero la inmensa mayoría de ellas están mediadas por una respuesta en pro de la reproducción. Piénselo, estudiar, encontrar un buen trabajo, encontrar el amor de nuestra vida (o nuestros amores), crear y criar una familia, etc. Todas esas decisiones que parecen muy meditadas son impulsos meramente biológicos, pasados por un leve filtro cognitivo. 

Cuando venimos a darnos cuenta, tenemos cuarenta y pico tacos, algún churumbel y alguna hipoteca (suena a coña, pero la hipoteca también la carga, en sus hombros y en sus bolsillos, en gran medida por un instinto de conservación y protección, piénselo...). 

Entonces empieza la lucha contra el reloj, hemos dado satisfacción a la Madre Naturaleza pero en el camino hemos sacrificado nuestras ganas y energías por hacer cosas, por "crear" más allá de la biología. La creación cognitiva (que probablemente no es más que una fantasía o una epifanía de la realidad biológica, pero que aun así nos condiciona sobre manera). Las ganas de crear y vivenciar situaciones y circunstancias vitales. 

Ahí, justo en ese instante comenzamos a envejecer. Eso puede pasar a los 18, a los 33 o a los 47, depende de cada cual. De sus vivencias, filtros mentales y decisiones. 

En ese momento de la vida empiezan las preguntas trascendentales. ¿Qué sentido tiene todo esto?, ¿Cuál es mi propósito en la vida?, ¿Cómo me libero de mis cadenas (físicas, económicas, familiares, laborales,...)?, ¿Qué quiero hacer realmente con mi vida?. A lo mejor eso es la famosa crisis de los cuarenta (si es la crisis de la madurez, en nuestra generación y en las siguientes será la crisis de los sesenta...), da igual, creo que me siguen. 

Ha pasado casi la mitad de nuestras existencias y no tenemos casi nada claro, pero hemos creado nuestra propia cárcel sin tener que poner muros y rejas. 

Todo este rollo era para ubicarlos, un ejercicio para contextualizar mi pregunta, ¿imagínese que es inmortal? 

Joder, de repente todo lo expuesto anteriormente deja de ser importante. Mi vida ya no gira en torno al tiempo. Ahora podré hacer todo lo que siempre quise hacer y para lo que nunca tuve tiempo en suficiencia. 

Ya no tengo que esperar a la jubilación, ya no tengo que esperar a que los niños vuelen del nido, ya no tengo que organizar mi agenda, se acabó la lucha contra el tiempo.

No solo eso, si soy inmortal, tampoco tendré que enfrentarme a mis instintos y creencias más esenciales. 

No tengo miedo a la muerte, pues no llegará jamás. 

No necesito creer en un "más allá", pues todo está acá. 

No tengo stress, la presión por cumplir objetivos se volatiliza. Nada es urgente, todo pierde trascendencia, todo se relativiza. 

Ahora viene la pregunta clave, ahora que sabe que estará aquí por siempre jamás, viendo pasar generaciones tras generaciones, culturas que se encumbran para luego desaparecer, seres queridos que aparecen y desaparecen en una procesión interminable, adquiriendo conocimientos y experiencias sin límite. Querido lector, ahora que es inmortal, ¿Qué querría hacer con su existencia?. 

¿Dedicaría su existencia, como Andrómaca, en pro de la justicia eliminando la maldad de la Humanidad?

¿Preferiría acumular conocimiento y trasmitirlo generación tras generación para mejorar a la sociedad y la calidad de vida de los humanos?

¿Sería usted un simple "vividor empedernido" volcado en los placeres de la vida? 

¿Aprovecharía para ser vil y mezquino, que nadie pudiera toserle ni "mu"? 

¿Se dedicaría a crear familias y más familias? 

Yo solo estoy seguro de una cosa, esto de ser inmortal empieza a estresarme, conlleva un montón de decisiones. 

Entiendo ahora el desconsuelo infinito de Andrómaca de Scithia. 

Mejor me quedo como estoy y aprovecho mi tiempo como si fuera inmortal. 



                                                                                         ISIDRO M. SOSA RAMOS 


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