LA NUEVA NORMALIDAD
Cada civilización navega en los tiempos surcando el mar de la historia,
dejando una estela social a su paso. Dentro de cada civilización se superponen
y suceden decenas o cientos de generaciones. A su vez, cada generación está marcada por
una serie de acontecimientos que la definen y determinan, ya sean de índole
social, tecnológico, climatológico, político, económico, bélico, etc.
Quizá sea la mía una percepción histórica sesgada, sin embargo, tengo la sensación
de que las civilizaciones tienen una vida cada vez más corta, y por ende, cada
generación vive un proceso cada vez más acelerado en cuanto a los cambios que
genera y padece.
Considero mi generación un abanico amplio de tiempo, entre finales de los 60 y
finales de los 80. Este abanico temporal aparece de forma instantánea, supongo que
influenciado por mi propia percepción de la trascendencia de ciertos
acontecimientos históricos vividos directamente o por los que he sido
influenciado de una u otra forma.
Mi generación es una masa social que se vio marcada por
múltiples y variopintos hechos. El inicio de mi generación vivió, los más viejos de la generación, desde el crack económico del 71 al posterior boom económico, el fin
de la dictadura, la transición democrática, el peregrinaje a la ciudad y el
abandono del campo, ETA y sus secuaces, Barrio Sésamo y Gloria Fuertes, el auge
cultural que significó la movida madrileña, algún maestro tirano y abusador, la
muerte de Félix Rodríguez de la Fuente, el SIDA, las primeras videoconsolas, la
NBA, etc.
Con nuestra adolescencia llegó la OTAN, la UE, la caída del muro de Berlín,
el Heavy Metal, el acceso "universal" a la Universidad (y no me
refiero a la prueba de acceso...), los "mass media", el consumismo, etc.
Cuando apuntábamos a proyecto de adulto, allá por el comienzo de los 90,
apareció el teléfono móvil, internet, las guerras modernas (Los Balcanes,
Kuwait, ...), la información sin límites, la desaparición del Comunismo, las
técnicas de autoayuda, el boom de China, la posibilidad de viajar y
conocer mundo para el españolito medio - bajo, los JJOO, la moderna España,
etc.
Tengo la impresión, y quizá vuelvo a estar sesgado, que mi generación vivió
un sinfín de cambios, creo que estuvimos sometidos a una gran estimulación,
descubrimos muchas cosas en comparación a las dos generaciones que nos
precedieron, en una época de nuestras vidas en la que aún primaba en nosotros
el desarrollo previo a la fase adulta. Básicamente creo que dimos un salto
cualitativo y cuantitativo en cuanto a posibilidades. Iba a decir libertades,
pero considero que no sería acertado ni significaría lo mismo. En definitiva,
tuvimos disponibles muchas más opciones que las generaciones eminentemente
anteriores. Podría decir que fuimos la primera generación que estuvo sobre
estimulada.
Posibilidades, opciones, la percepción de que nada tenía límites, progreso
y crecimiento a todos los niveles. Al menos eso parecía.
Como adultos, ya en vísperas del nuevo milenio, mi generación estuvo
marcada por la aparición del Euro y la eliminación del concepto de frontera (al
menos en el espacio Schengen), más guerras, la inmigración masiva, el
bipartidismo rancio, el boom de la burbuja inmobiliaria, la televisión de pago,
las compras online, la sensación de que China es imparable, los niños
malcriados y tiránicos, la obesidad, la fragilidad de la UE, el variopinto
exotismo de los presidentes americanos (Bush Jr., Clinton, Obama, Trump...), la
idiotez de los políticos españoles (Aznares, Zapateros y todos sus ineptos
descendientes), la corrupción política sin vergüenza ni vaselina, la trama del
GAL, la sobredosis de telebasura (Paquirrines, el último superviviente y Co.),
el "pide el 120% de la hipoteca y te compras un coche nuevo", el
cachondeo de la nueva izquierda y la nueva derecha, y de últimas la polémica
Real en torno al "me llena de orgullo y satisfacción, Corina and
Co."
En definitiva, un cuadro entre surrealista e impresionista con un toque de
costumbrismo confortable.
Pero como dirían los taurinos, había que rematar la faena y cortarnos los
huevos.
Con ese fin el destino nos puso un nuevo reto, hacernos aún más gilipollas.
Para ello intercedió la Madre Naturaleza ofreciéndonos un reto biológico. Un
simple virus.
Pues parece que el bichito está ganando por goleada y mi generación hace
aguas en su gestión del reto. Somos incapaces de darle solución al asunto. La
gran del asunto, y no me refiero en exclusiva al ámbito de mi querida
piel de toro, ha traído una mayor debilidad a la ya maltrecha Unión Europea,
dilapidando la supuesta boyante economía, restringiendo las libertades y las
posibilidades, exacerbando las sensibilidades y volviéndonos más intransigentes e
idiotas.
¿Usamos máscara o no?, ¿Mantenemos la distancia o no?, ¿Cerramos las
fronteras o no?, ¿Llegará la vacuna o no?, ¿Será la solución o no?, ¿Nos
ponemos de acuerdo o no?, ¿Existe la corrupción política y gubernamental o no?,
¿Habrá fútbol o no?
El asunto es que ha servido de poco, seguimos cabalgando el caballo
desbocado del COVID, sea el virus mortal, una conspiración extraterrestre o una
simple broma. Creo que aún no podemos ni imaginar las consecuencias, seguimos
queriendo creer que volveremos a la normalidad, es decir, a lo que conocemos o conocíamos.
Lo comentaba ayer con una amiga, yo creo que vamos hacía, o ya estamos sumidos, en un cambio de paradigma político, social, económico y de salud
pública.
De la misma forma que lo estuvieron las generaciones de adultos de las dos
primeras décadas del siglo XX nos adentramos en un proceso paulatino de cambio
inexorable. Pero no se equivoquen, no es porque se esté dando el cambio ahora.
Se debe a que nuestra generación vivió sumida, durante todo su desarrollo, en
un ambiente que parecía estable y seguro. Un supuesto ambiente de confort
garantizado.
Ese ha sido (a mi corto entender) el gran error de mi generación, echarnos
a dormir dentro en los dulces y esponjosos brazos de la sociedad del consumo, el confort y en especial de la autocomplacencia y hedonismo.
"La mente es cómo un paracaídas, solo sirve cuando lo abres, y yo añado, y estando en el aire y en caída libre".
ISIDRO M. SOSA RAMOS
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