DEDICADO A QUIÉN LO SEPA ENTENDER

                                                      Foto: Isidro M. Sosa Ramos

Es inevitable, en ocasiones me veo abocado a dejarme llevar por mi imaginación. Es un impulso que surge en la inmensidad del yo, arraigado, engendrado en lo más profundo, custodiado por las sombras y las luces de todo lo que pudo haber sido y no fue.

Son momentos de anhelo, bombeado por la necesidad del sentir. Una búsqueda incesante de cercanía en la soledad eterna en la que vivo. Una soledad, como algún erudito ya dijo, acompañada de otras soledades.

En esas vicisitudes, la intuición se agudiza, se aviva. Llegan flashes de momentos vividos, compartidos, instantes que quedan grabados en algún lugar y que brotan de nuevo tras eones de olvido y silencio. En ocasiones las imágenes no son de vivencias sino de sueños que quise vivir y que nunca fueron. Quizá por valentía, o tal vez por cobardía pero casi siempre por elegir otra opción.

Así llegan hasta mi memoria personas, seres remarcables y remarcados en mi carne o en mi espíritu, aquellos con los que siento, sentía y sentiré una conexión ubicua y singular al mismo tiempo. Una singularidad disuelta en la inmensidad de los tiempos.

Así florecen en mi vida, van y vienen en el presente que habito mientras perduran y se aposentan en algún rincón de lo que soy. En ocasiones olvido que están, que existen, por eso, siempre es un sorbo de éxtasis de vida cuando en un fogonazo de la memoria se presentan de nuevo dentro de mí. 

A partir de ese instante, de una forma casi automática y del todo espontánea, comienzo a danzar en las posibilidades de la vida. Un tropel de posibles desenlaces, uniones, disputas, desencuentros, momentos íntimos, miradas sin traducción pero con significado esclarecedor, palabras sin pronunciarse, besos nunca dados, caricias anheladas que solo viven en mi imaginación real como la vida, ilusoria como los días. 

Incomprendido por unos cuantos, deplorado por otros pocos, así pueden pasar días en los que fluyo entre el devaluado al sobrestimado. A la simple merced del ánimo. No es que lo disfrute a cada vez pero lo experimento  intensamente "como si" fuera real. En la responsabilidad del intercambio desinteresado de amor y misericordia conmigo mismo, con ese que no es otro que el mismísimo Todo. 

Por eso mezclo los acordes de Una Mattina con los paisajes agrestes de los densos bosques que circundan los fiordos de esa inhóspita Escandinavia, dándole colores, al ritmo de los pinceles que trazaron sinuosos perfiles de los cuerpos desnudos del teatro de Taormina, dispuestos a representar las obras prohibidas, dejándome abrazar por la bravía brisa en la cubierta de un buque, al corso, pirata de la vida y artista de la muerte. 

Es así como creo los escenarios imaginarios, pero vívidamente reales, para poseerte. Pues en algún momento de esta vida inefable no me atreví a vivirte, lo sé, lo sabes. 

Me disculparía por todo ello, pero no me nace. 

Expresa, y vilmente, dedicado a quien lo sepa entender. 

                                                                                                     ISIDRO M. SOSA RAMOS 

Comentarios

  1. Hay que estar muy conectado con nuestro interior y con una gran sensibidad para sentir esas palabras como puro sentimiento.

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  2. Como simples mortales, vivimos y morimos intentándolo. 🙏✨

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  3. Mejor descrito imposible. Casi me siento identificada. Maravilloso leerte!

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  4. Las realidades están ahí, preparadas para ser descubiertas.

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