DIÁLOGOS PANDÉMICOS

                  

Noticia de prensa: 
“EL PAÍS / SOCIEDAD / La OMS declara el brote de coronavirus pandemia global. El director general de la organización asegura que está preocupado por los niveles alarmantes de propagación del virus y de inacción” … 

Miguel imprimió la nota de prensa y, cogiendo el folio, corrió a compartir la noticia con su abuelo. Entonces ambos centraron de nuevo sus miradas en el fuego. Eusebio estaba sentado junto a la chimenea;

Abuelo, mira esto, yo creo que exageran. No es más que una simple gripe. Además estas calamidades ya las anunciaron con la gripe aviar y con la gripe A y al final los únicos que se beneficiaron fueros los dueños del Tamiflú – dijo Miguel – alargando el papel delante de los ojos de su abuelo. 

Por unos instantes el silencio hablaba y ellos callaban. Al poco, el anciano dijo; 

Ahora ha dado comienzo todo este asunto de la pandemia y no es la primera que lo veo, te lo aseguro. Te daré mi opinión. Creo que los días de excesos y abundancia tocan a su fin, muy probablemente las circunstancias que te toquen vivir en el futuro no se asemejen a una guerra, pero te diré algo que solo la vejez y los libros te ofrecerá. Durante la historia de la Humanidad ha pasado de todo, y es imprevisible prever las circunstancias. 
Te puedo garantizar algo, el año tiene estaciones, una jornada cualquiera tiene luz y oscuridad y el agua pasa de líquida a sólida con el frío y de líquida a gaseosa con el calor. Y todos esos ciclos han existido, existen y existirán más allá de lo que nos suceda a los humanos. De esa misma forma las personas, y la sociedad, son seres cíclicos y repetimos la historia. La gloria y la debacle de una civilización son solo los ciclos del paso de los tiempos. 
Y, para no aburrirte más, voy a dejar en el aire una pregunta para qué madures la respuesta, ¿Qué serías capaz de hacer sin electricidad, sin internet y sin supermercado?

Abuelo, ¿no crees que exageras? 

Ese es el problema de tu generación – replicó el viejo – que no os creéis nada hasta que alguien no lo publica en esa red del demonio.

                               ISIDRO M. SOSA RAMOS

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