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Mostrando entradas de julio, 2020

EL BALLET DE LA ANTIPATÍA

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  Parece brillar Esgrime el destino Zozobra de sueños Cáscara de nuez a la deriva Columpiada en su indecisión Parece brillar Hechos de pesada realidad Reo de su libertad Condenada por sus sueños Marinera amarrado al muelle Parece brillar Reponerse de amarguras Volver a danzar Encontrar un dulce manjar Luz y Vida Brilla                                                                                                            ISIDRO M. SOSA RAMOS Nota de agradecimiento: Nuevamente recurro al prisma visual de Elena Moskvina para acompañar esta poesía. Rosa, vino derramado cuál sangre sobre el río granito. Mil gracias. P.D.: Este texto esta inspirado en todas esas flores que parecen en la cúspide de la floración, pero están marchitas por dentro. Nadie sabe de los pesares ajenos.                                                                                                                                                                                     

GENERACIONES

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             E l anciano miraba fijamente en los ojos del muchacho. Solamente el salpicar de los minúsculos chispazos del sarmiento en el fuego mediaba entre sus miradas. Realmente le parecía una insolencia el último comentario de aquel prepotente joven. Cierto - a firmó sin apartar sus ojos del muchacho - en ocasiones necesitamos una referencia, un ejemplo a seguir. Con una ínfima pausa, y retirando los ojos de los del muchacho y mirando al fuego como si fuera el Universo, continuó diciendo; Mi abuela, a la temprana edad de 9 años caminaba desde La Atalaya hasta Piso Firme para recoger un fajo de leña y traerla sobre la cabeza. Siempre afirmó que el fajo pesaba casi más que ella. Una sonrisa en forma de mueca curtida apareció en su rostro. Mi madre, con apenas 5 años acompañaba a mi abuela a los tomateros. Se levantaban antes que el sol, imagínate lo que madrugaban. Mientras mi abuela se deslomaba en la zafra mi madre preparaba el almuerzo con una papa, una cebolla y un pizco de hi

PERDIDO

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                                                                                                  Comienzo sin destino                      Aplomado y vencido                      Ni maraña ni quejido                      Ni método ni olvido                      Cestos de mimbre para achicar el agua                      Velas sin trapo para impulsar el vacío                      Lamento de sonrisa                      Rosas y caricias                      Ni escarcha ni brisa                      Ni pleno ni prisa                      Calcetas remendadas para la escarcha                       Mármoles blancos en el rocío                                                                                            ISIDRO M. SOSA RAMOS Nota de Agradecimiento: Nacho, una de las personas más mágicas que conozco. Yo lo considero un hermano del alma y un chamán. Su presencia emana inocencia y sensibilidad, él se encarga de plasmarla en sus fotos. Mil gracias.

LE SCARABÉE VERT

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                                                                    Algunas vivencias se desencadenan como las tormentas de verano. Son repentinas, imprevisibles, incluso con inicios desconcertantes. Mis días en los Alpes se sucedían como una suave melodía, con la mente relajada y sin darle demasiadas vueltas a todas las circunstancias que me rodeaban en mi vida cotidiana. Las incertidumbres, dudas y miedos quedaban lejos, muy lejos. Nada perturbaba mi mente, simplemente me sentía presente.  Repasaba las primeras jornadas del tour y recapitulaba mi impresión sobre las personas que me acompañaban en mi periplo por las montañas. Había usado durante años la expresión “ perro azul ” como calificativo para aquellas personas que me sorprendían por su carácter diferente, que disponían de una personalidad fuera de lo común. A veces seres histriónicos, en otras ocasiones seres rebeldes, a veces seres especialmente inteligentes o con ideas tan revolucionarias como incomprendida

ISLEÑOS

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                                 Hoy me voy a dejar caer por un tópico social que me atañe y afecta de manera directa, la idiosincrasia de ser isleño y canario, es decir, haber nacido y crecido (al menos en parte) en una isla de las islas o en el archipiélago. Especialmente la visión estereotipada que se tiene, y que tenemos, de nosotros. Allá voy, ustedes decidirán hasta donde me salpica mi opinión.   Vaya por delante mi amor incondicional a las islas y a mis paisanos, y tengan en cuenta mi vena rebelde y cojonera como atenuante.  El primer tópico del tópico de ser canario e isleño, la añoranza del mar. Obviamente , y a priori, puede caer de maduro. Una isla es un espacio de tierra rodeado de agua, la mayoría salada. Eso implica un aislamiento geográfico, y según dicen, un especial vínculo al terruño y al mar. Sin embargo, vamos a hilar un poco más fino. Digo yo, ¿El apego por el terruño de un Extremeño, un Ligur o un Bantú será menor o mayor que el de un isleño?, ¿existirá u

MONTBLANC

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     Monolitos en hielo perenne Torrentes cristalinos  Lenguas verdes Siluetas hechas de sombra Colores diseminados Blanco, azul, naranja, verde, amarillo, violeta Inmensidad hecha granito Dientes de sierra que se clavan en el cielo Sendas que se pierden en el collado Kilómetros de reflexión  Blanco, azul, naranja, verde, amarillo, violeta Vivir a cada paso Mont Blanc                                                                                          ISIDRO MANUEL SOSA RAMOS

LEIPZIGER STRAßE

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          Berlín siempre aparecía en mi mente en una postal imaginaria con un pie de foto que decía “Ciudad dividida y epicentro cultural de Alemania”. Era mi primera visita a la ciudad y a pesar de que ya era finales de julio, el tiempo se presentaba gris y plomizo.  “Juraría, por Helios que estos teutones no saben lo que es un verano tórrido”, me dije a mí mismo. Repasé mentalmente: Segunda jornada berlinesa, visita a Brandemburg, Monumento al Holocausto, el Reichstag y la East Side Gallery. Estaba satisfecho.  Deambulaba sin rumbo cierto, pensando si descansar mis huesos en alguna terraza del cercano Tempelhofer Feld. Algo de lectura sería el cierre perfecto para esta jornada, además, sería el complemento ideal para unas birras, me dije. Miré la hora en el móvil, 6:35 pm, aún había tiempo de encontrar una librería abierta. Iba a echar mano de SIRI cuando el tintineo de una campanilla precedió al sonido de una puerta que se cerraba. Levanté la mirada y en una pizarra ver

SREBRENICA

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      Sus pasos en las calles adoquinadas resonaban como las campanadas de un réquiem a la soledad. El vacío se apoderaba de las esquinas, los macetones de los balcones aparecían repletos de esqueletos vegetales consumidos y desecados. Un profundo y denso hedor de podredumbre y putrefacción manaba desde las piras de cuerpos calcinados.  Las vasijas volcadas, rotas, con los trozos de cerámica esparramados al pie de los soportales, provocaban chasquidos sordos y tristes tintineos a cada pisada. Las moscas zumbaban bajo el peso de una canícula tórrida que aplastaba todo atisbo de vida, todo alrededor agonizaba en las tablas de la barca de Caronte.  Un solitario poste blandía frente a ella con aquellos dos desgarradores pendones salpicado de manchas sanguinolentas, ya parduzcas.  Observó la que estaba en lo alto del mástil. Rojo, azul y blanco con el lema “ Војска Републике Српске” . Aquellos tres colores eran la ecuánime representación de la devastación y la derrota, aquella estam